Juventud Unida Comunicaciones: segunda parte

02.11.2020 / Por: Corporación Picacho con Futuro

Juventud Unida Comunicaciones: segunda parte
Integrantes del grupo Panorámica. En la imagen de la izquierda, Adrián y Verónica. En la parte inferior derecha, Iván.

Compartimos con ustedes la segunda de tres partes en las que hemos dividido esta crónica: un relato con voces y memoria sobre Juventud Unida Comunicaciones; el texto está elaborado en el marco del proyecto Verse en el recuerdo: re-significando nuestra memoria, y que fue ganador en la línea de estímulos Gestión de Archivos Audiovisuales, de la Cinemateca Municipal de Medellín.

 

Para leer la primera parte, pueden dar click aquí

 

La desaparición de los archivos que recogen la memoria de un pueblo, una comunidad, o incluso los relatos críticos de una época, es fenómeno de un daño irreparable. Se van las voces que han sido consignadas en el papel, en la cinta magnética, en la foto o en el arte. El ejemplo de mayores proporciones, y que encontramos en libros de historia, es el incendio de la Biblioteca de Alejandría; el mito se ha alimentado por la desazón y la curiosidad. Destruida probablemente en el siglo primero antes de Cristo, este espacio que brindaba esplendor a la ciudad fundada por el propio Alejandro Magno en el 331 a.C. atesoraba una cantidad enorme de textos que ilustraban sobre las formas de vivir, hacer y pensar del mundo antiguo. Era un proyecto ambicioso que se consolidó en la exploración del conocimiento. Siglos después, en abril de 2003 saqueadores robaron y destruyeron cerca de un millón de documentos que reposaban en la Biblioteca de Bagdad –entre ellos casi cinco mil libros de valor incalculable y manuscritos–. Ya la misma biblioteca había sufrido el ataque y saqueo de los turcos otomanos en 1918. Ejemplos de este corte los hay a granel: la Biblioteca Imperial de Constantinopla, destruida en el 473; la destrucción del Archivo Nacional de Sarajevo en 1992; o la imagen en pantalla televisiva de las llamas devorando el Museo Nacional de Brasil en 2013. Sobre esta última catástrofe el arqueólogo Murilo Bastos afirmó algo que resume la naturaleza de todas las que hemos mencionado: "Esto significa una pérdida de información muy importante sobre nuestro pasado, una pérdida que no se puede revertir. La historia de nuestro pasado se extinguió con el fuego". ¿A qué nos llevan estas representaciones de la destrucción simbólica y material? A pensar en los efectos que puede tener la iniciativa de recuperar los archivos, repasar y proteger los documentos de memoria para tejer unos principios de identidad. Y el foco podría estar en las texturas narrativas de las pequeñas comunidades, que nutren a su vez una narración de ciudad y de país.

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Adrián Stivens Delgado Cuartas es estudiante de fotografía, y es quien hoy coordina el grupo de comunicaciones Panorámica, así como el trabajo de los cinco jóvenes que están al frente de esta labor de recuperación y digitalización del archivo audiovisual desde hace algunos meses. El inventario arroja la cifra de 497 tacos de video: de esos 325 corresponden al trabajo de Juventud Unida Comunicaciones. Además hay 370 fotografías. “Hemos encontrado registros de actividades que desarrollaba la Corporación Picacho con Futuro –organización con más de treinta años de trabajo social y comunitario en la parte alta de la Comuna Seis de Medellín–, en asocio con otros colectivos o grupos como la Junta de Acción Comunal del barrio Progreso número dos. Hay material muy amplio del trabajo con la comunidad, y de las acciones con grupos juveniles, líderes de esta parte de la ciudad, y registros del barrio: cómo eran las calles, las casas, el uso del espacio y las costumbres”. Los tacos de video son en su mayoría en formato VHS y Súper VHS, y no sólo recogen un programa o un contenido documental, sino que cada uno es una suerte de miscelánea audiovisual. “Lo que se necesita para convertir a formato digital es, primero, una video grabadora; además una capturadora de video –nosotros usamos la Blackmagic Intensity Shuttle 3.0–, dos cables RCA para conectar la capturadora al computador, y el otro al televisor para monitorear la imagen”, explica Adrián. Cuando se selecciona el material se hace un primer filtro: inicialmente se escogieron ochenta casetes para priorizar su cuidado y digitalización. De esa cifra, treinta requerían tratamiento especial: alcohol isopropílico, tapabocas, guantes y mucha precaución para una limpieza a profundidad; pero además los equipos son frágiles, y el trabajo analógico exige concentración. ¿Por qué es valiosa esta recuperación? Responde Adrián: “Aquí hay pensamientos, ideas y recuerdos que fortalecen la dinámica del colectivo Panorámica, pero hacia fuera evidencian las prácticas de organización de la ciudad, que es referente para que dialoguemos con más conocimiento. Es una parte fundamental del barrio: su memoria”.

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César Augusto Tapias Hernández es nombre reconocido en Medellín, actor y testigo de la base comunitaria desde la comunicación popular. Sociólogo de la Universidad de Antioquia, mágister en Antropología social de la Universidad Nacional, actualmente está terminando sus estudios de doctorado en comunicación en la Universidad del Norte; hizo parte de la primera generación de Juventud Unida Comunicaciones, y allí desarrolló sus búsquedas de enfoque y labor: “Vale recordar que éramos un grupo de grupos; allí estábamos La luciérnaga, que era un equipo de comunicadores populares del sector de Picachito, y que venían haciendo un periódico en papel con ese nombre. También estaba el equipo de comunicaciones de la ludoteca, quienes venían trabajando fuertemente en la producción de periódicos murales; y Los caminantes, que veníamos de trabajar el teatro callejero en la Semana Santa, y que luego comenzamos con la producción de un documental que rescataba historias de vecinos del barrio”. En dos tiempos diferentes, Adrián y César recogen una lectura precisa de lo que significó estar unidos, y lo que significa hoy procurar dicho legado de sentido colectivo. César puntualiza en ese horizonte: “Quizás el hecho de que los tres grupos nos asociáramos permitió vislumbrar un compromiso territorial mucho más amplio, como un proyecto de la Corporación Picacho con Futuro, y posteriormente con proyectos específicos como el Magazín Mi gente, que fue el que nos permitió consolidar una apuesta comunicativa y territorial muy visual”.

juc 1995

 

Juventud Unida Comunicaciones (Ca. 1995).

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