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Comuna 6 - Doce de Octubre
Medellín - Colombia
14.08.2018 / Por: César Jaramillo
Los que nacimos en Medellín tenemos un matrimonio inquebrantable con los recuerdos dichosos. Una esquina, una foto o una canción nos devuelven incluso el olor de los diciembres ruidosos, ebrios y alegres. Pero son memorias de herradura, difíciles y ariscas: a Medellín todos los días le quitan o le ponen; aquí el pasado se aleja a gran velocidad. Por eso importa tanto que escritores, periodistas y académicos nos entreguen las descripciones de esa constelación de urbes que conviven a lado y lado del río, en el centro y en los barrios, en los suburbios y en los edificios, en los parques y en las plazas de mercado. Y que lo hagan, además, con la fluidez del cuento y la rigurosidad de la investigación.
En este artículo compartimos siete recomendaciones para leer a Medellín, libros para entender la complejidad de la ciudad en su vínculo conceptual con personas y acontecimientos. Son trabajos de literatura, periodismo e investigación, enmarcados en la segunda mitad del siglo XX.
Estos siete libros están en bibliotecas y librerías. Sus títulos se repiten y recomiendan en círculos sociales y académicos, y sus autores suelen participar en eventos, conversatorios y tertulias en Medellín. Incluso, todos ellos aún le entregan a la ciudad y al mundo nuevas obras. Faltan muchos títulos, por supuesto, y faltan creadores. Pero ese es el asunto con selecciones que proponen una fracción limitada, en comparación con la abundancia que la rodea. Vamos por ahora con esta baraja de siete cartas.
1. Tuyo es mi corazón (1984)
Juan José Hoyos
No son necesarias muchas líneas para presentar al profesor, periodista y escritor Juan José Hoyos. Con una obra ampliamente reconocida, en sus clases se formaron algunos de los más destacados periodistas de Medellín. Esta es su primera novela, un relato sencillo pero profundo sobre el barrio Aranjuez y sobre los amigos. Hay algo muy especial: cuando abandonamos las cuadras de la infancia y la juventud, nos llevamos un pedacito en el trasteo; y también nuestra partida arrebata algo a la casa donde transcurrió la vida. Varias partes de la novela son conmovedoras y tienen más fuerza en los intervalos que contienen referencias a la música de tienda en los años ochenta. Es inevitable no releer un episodio en el que Salomé, desnuda y acostada sobre la cama, descubre en su piel la superficie incandescente del placer y el pecado.
«Las flores parecían mil luciérnagas volando por encima del suelo, en la noche callada del barrio. Eran como mil apariciones. Eran como mil luces misteriosas de pólvora de diciembre que estallaban, todas a la vez, debajo de los guayacanes, en esa noche de verano, en esa noche, la más feliz».
2. Angosta (2004)
Héctor Abad Faciolince
Otros libros de Héctor Abad tienen ese factor común de una ciudad entre montañas, sumida en sus conflictos, metáforas de muerte y vida, amoríos y recuerdos contados en narración dinámica y atractiva. Sin embargo, hay un vínculo entre los seres que habitan Angosta y las personas que conocemos en Medellín, vemos en sus calles, comparten con nosotros sus miedos, o aparecen en la pantalla pontificando frente a micrófonos y cámaras de televisión locales. Es un libro que retrata desigualdades sociales, sus tres pisos son las tres plataformas de nuestra cotidianidad: ricos en la parte superior, acomodados en el medio, y pobres en el terreno más bajo, separados por la geografía y las paredes, pero también por los abismos de sus costumbres y reservas.
«Los padres de Candela habían llegado a la ciudad de abajo a finales de siglo, desplazados de un pueblo de la costa, Macondo, que había sido diezmado, primero por las matanzas oficiales y luego por las burradas de la guerrilla, las amenazas de los narcos y las masacres de los paramilitares. Lo habían perdido todo: la casa, la inocencia, el entusiasmo, la fantasía, la confianza en la magia y hasta la memoria».
3. La vieja casa de la Calle Maracaibo (1989)
María Cristina Restrepo
En el texto de la contraportada Luis Fernando Macías nos recuerda una cita de Rilke, inmensa en su brevedad: «La patria es la infancia». Estos relatos de María Cristina Restrepo forman una línea narrativa que es a la vez un ejercicio de memoria: Medellín es también la figura de nuestros ancestros, moviéndose hábilmente entre la solidez inmaterial de sus tradiciones y sus pueblos, y la etérea atracción de la ciudad, con sus nuevos ideales y nuevos ídolos. La historia, construida a través de varios cuentos, es un homenaje sincero a símbolos antioqueños que han sentado las bases del sentido ciudadano, pero con cuadros típicos de la casa, la finca, la familia y las ilusiones infantiles.
«Entonces, sin saberse cómo, los sonidos perdían individualidad hasta parecer que un rumor profundo brotaba del corazón de la tierra. Observando el halo inflamado del sol que teñía los colores de las flores, experimentaba una alegría singular; la mano del abuelo se posaba en mis trenzas».
4. Medellín, tragedia y resurrección. Mafias, ciudad y Estado: 1975-2012 (2012)
Gerard Martin
Gerard Martin es un sociólogo holandés asombrado con las notas de crueldad y resistencia popular que conviven en Medellín. Este trabajo académico, que se remonta en su análisis a los inicios del siglo XX, cuando empezaban a sonar los primeros ejercicios de planeación en la ciudad, y llega hasta mediados de la década pasada, contiene también intervalos literarios, musicales y poéticos. El autor comparte testimonios de artistas, líderes, periodistas, gestores y escritores que han recogido imágenes conflictivas, críticas y esperanzadoras. Este libro es una investigación que reflexiona y dialoga con fuentes y documentos de archivo muy bien hilados, con una línea argumental que muestra profundidad humanista.
«Medellín me parecía una ciudad fascinante, con una compleja dialéctica entre lo visible y lo invisible, lo feliz y lo infeliz. Y lo anterior, según Italo Calvino, es la esencia de la ciudad».
5. Entre luces y sombras. Medellín: espacio y políticas urbanas (1997)
Gloria Naranjo G. y Marta Inés Villa M.
El papel que se gasta en documentos de planeación urbana casi siempre es insuficiente en contraste con la realidad que se intenta regular. En Medellín, desde el crecimiento demográfico más fuerte de los años sesenta, dos ciudades distintas se han encontrado y, al mismo tiempo, separado abismalmente. Esta investigación de 1997, apoyada por Colciencias y la Corporación Región, está escrita en un lenguaje claro y de fuertes cimientos analíticos. Gloria Naranjo y Marta Villa nos presentan las relaciones conflictivas entre el empeño por lograr un territorio mejor planeado, y los muros de la desigualdad, la improvisación y la voluble voluntad política. Asimismo, se refieren a cómo estos factores devinieron en suelo fértil para la violencia, la ilegalidad y el deterioro del tejido social.
«Así en el transcurso de estos años de la década de los noventa, Medellín puede leerse entre luces y sombras; una ciudad de contrastes, paradojas e incongruencias que se aferra, en medio de la incertidumbre, a la posibilidad de encontrar el camino que la conduzca a ese lugar común entre la ciudad vivida, la deseada y la posible».
6. Medellín es así, crónicas y reportajes (1998)
Ricardo Aricapa
Durante las décadas de los años ochenta y noventa, Ricardo Aricapa se dedicó a construir esta serie de crónicas y reportajes sobre escenarios de memoria: aquí desfilan seres de pólvora y papel, travestis refugiados en las cornisas de la noche, presos y habitantes asiduos del vicio, y artistas temerarios que enfrentaron la zozobra con arcilla, vestidos de colores y paseando en medio de comparsas ruidosas. Esta Medellín se cuenta entre el narcotráfico, el fútbol, las milicias, la juventud, la música de serenatas y los mercados de cachivaches. Los textos fueron eventualmente publicados en periódicos como El Colombiano o El Mundo, y años después fueron reunidos en este libro para conservar su familiaridad metódica, el periodismo de calle que siente los temblores de la ciudad rabiosa bajo los pies.
Sobre los jóvenes: «En todas las épocas, países y culturas ellos han sido y serán los dueños naturales de la irreverencia y la inventiva. Como todavía no han adquirido el compromiso de conservar nada, les queda más fácil forjar en las palabras el sentido lúdico de la vida; inyectar en ellas su espontánea rebeldía, su desparpajo, su capacidad creadora, su ingenio y su ironía».
7. Los días azules (1985)
Fernando Vallejo
Uno podría decir que Vallejo no es un hombre, es un pueblo hirviendo en furia. Su desprecio proverbial por instituciones y credos le han dado una fama muy bien ganada de irreverente curtido. Pero hay una certeza literaria: es uno de los escritores más fundamentales de las letras antioqueñas en toda su historia. En su libro Los días azules, con belleza pródiga, se despliega una Medellín doméstica y familiar como telón de fondo. Esta obra de impecable narrativa pertenece a una colección autobiográfica de cinco títulos, que Vallejo nombró El río del tiempo.
«¡Qué espectáculo el mundo desde arriba de mi tejado! ¡Alta atalaya de tejas dominando a Medellín! Y Medellín inmenso, inmenso, con sus veinte barrios y sus tejados bermejos. Iba mi vista prisionera en un vuelo de campanas de campanario a campanario».
***
Hasta aquí esta breve selección. Es, como señalamos antes, un fragmento sencillo de toda una multitud de voces, relatos y memorias. Además, por poner una referencia aleatoria, digamos que desde Descripción de Medellín en 1870, de Francisco de Paula Muñoz, mucha tinta se ha regado sobre nuestra ciudad hasta los días recientes. Probablemente en otro artículo de más líneas hablaremos de Jairo Osorio, Alonso Salazar, Patricia Nieto, Darío Ruiz e incluso podríamos volver a Manuel Mejía Vallejo. Cabrían también en una lista más amplia María Teresa Uribe, Gilmer Mesa o Juan Camilo Castañeda. A Medellín la seguiremos conociendo en la pluralidad creciente de sus autores, siendo la ciudad una fuerza vital de inspiración y palabra.
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