Mujeres que hacen el futuro

09.06.2020 / Por: Corporación Picacho con Futuro

Mujeres que hacen el futuro

Son amas de casa, jóvenes y adultas, que todas las mañanas se levantan a sostener hogar y dedicar sus horas a oficios de familia. Pero el sábado llegan desde temprano a la sede de la Corporación Picacho con Futuro; allí conforman un círculo que les pertenece: “Esas mujeres que se dedican en semana a planchar, a cocinar, a atender el hogar, tienen en este grupo dos horitas para ellas mismas: regalarse ese tiempo”. La que habla es Ana Teresa Ocampo, líder comunitaria en el costado urbano de la Comuna Seis-Doce de Octubre, entre los barrios Picacho, El Triunfo y Progreso nro. 2. Está al frente de Mujeres con Futuro, este colectivo de veinte integrantes que además no tiene fechas de inscripción ni examen de ingreso: sólo es cuestión de acercarse y pedir asiento. ¿Cómo nació el grupo? Pues bien, cada sábado la sede de Picacho con Futuro resuena con una algarabía particular: medio centenar de niños de los semilleros que corretean y juegan, chicos y chicas que practican danza, o puñados de jóvenes con cámaras y trípode para hacer video y relatos de comuna con la imagen. En ese movimiento constante, las mujeres que llegaban a acompañar a sus hijos, nietas o hermanos, se sentaban a esperar: miraban el teléfono, intentaban la conversa o se acercaban a dar un vistazo a los tableros que cuelgan de las paredes. En el año 2017 esa estampa frecuente llevó al equipo de la Corporación a pensar el asunto como una alternativa para tejer nuevos lazos en un diálogo de familias: les contaron la propuesta de comenzar a verse los sábados, y que ellas mismas determinaran qué querían hacer con ese par de horas; así, desde el inicio Ana Teresa con otras profesionales de la organización han servido de acompañantes, aunque las Mujeres con Futuro son las que plantean y deciden las ideas que trazan la ruta de sus encuentros. 

Que las mujeres en sus círculos de confianza formulen propuestas de visibilización, y que lo hagan en la cercanía de la concordia, es, más que importante, urgente. Hay un ejemplo concreto: en Colombia dos mujeres circulan en el papel más corriente y pasajero. Sus rostros están impresos en los billetes de dos mil y de diez mil, como un homenaje de valor que surgió en el 2016 (hace ya casi cinco años). Sin embargo, cualquier persona que se ponga en la tarea de preguntar a amigos y conocidos quiénes son la antropóloga y la artista que nos observan desde el papel moneda, descubrirá que pocos lo saben. Ese desconocimiento deliberado es más que síntoma, dolencia crónica: hay que investigar con cierto grado de profundidad para rescatar la labor histórica de la mujer en la reivindicación nacional de derechos, la creación estética y el debate científico y humanista en nuestro país. Pero también para legitimar sus esfuerzos y luchas.

Es en esa convergencia de factores que Mujeres con Futuro responde a un elemento de sentido comunitario poderoso: la reunión para el sentido de la identidad, sobre todo ante situaciones complejas de cada territorio, y frente a la necesidad de entablar círculos de protección y cuidado de la vida y el cuerpo. De las cerca de 200 mil personas que habitan en la Comuna Seis, en el borde noroccidental del Valle de Aburrá, el 53% son mujeres; considerando que esta comuna cuenta con índices altos de familias de ingresos bajos o condiciones cercanas a la pobreza (aproximadamente el 60% de los hogares se encuentra en estratos uno y dos), tenemos un reflejo preocupante en las cifras de violencia: cerrando el año 2019 se reportaron 1700 denuncias por violencia sexual contra las mujeres en Medellín, y 5830 por violencia intrafamiliar, según datos oficiales de la administración municipal. La organización social, en la base, tiene allí un reto de proporciones enormes.

“Ya se sienten como un equipo –dice Ana Teresa–. Siempre he pensado que el bienestar de la persona se ve reflejado en el bienestar de todos los que nos rodean, y este grupo lo permite”. Mujeres con Futuro, como un momento de encuentro –y como una ruta de intercambio con los aprendizajes de los otros siete colectivos de Picacho con Futuro–, va directo a las inquietudes y la memoria de la experiencia femenina; y el barrio y la ciudad reciben esas posibilidades. Incluso, la Junta de Acción Comunal Progreso nro. 2, que también pertenece a ese conjunto de ocho organizaciones, fue reconocida en el año 2013 por contar con el número más alto de mujeres en sus listas; ese mismo año recibiría el premio a mejor junta de la ciudad, y en el 2019 recibiría también el reconocimiento a Referente de Arte y Cultura en la categoría de Cultura Viva Comunitaria, premio entregado por la Alcaldía de Medellín.

La pregunta por la visibilización y la presencia se hace vigente desde lo básico (reconocer los rostros y las historias de Virginia Gutiérrez y Débora Arango impresos en el papel moneda de Colombia), hasta la profundidad simbólica de nuevos escenarios para combatir las violencias de género, preparar habilidades, y disfrutar el tiempo en torno a la palabra y la calidez de la comunidad. En Mujeres con Futuro se levantan debates y tertulias sobre su dimensión como constructoras de ciudadanía; pero también danzan, se acercan con la gravitación de la búsqueda artística, arman salidas para días de descanso, y al mismo compás planean su comuna y su porvenir.

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