Club Deportivo Senderos de Paz

Club Deportivo Senderos de Paz

Objetivo

Adelantar procesos de acompañamiento integral a población infantil y juvenil a través de la práctica deportiva.

Trotan en fila alrededor de la cancha y el frío de la mañana dibuja líneas de vapor que ascienden al cielo y se pierden al subir un par de metros semejando volutas de humo. La hierba tupida ensordece los pasos sincronizados, pero el suelo retumba en la marcha del equipo. “Bueno, muchachos, dos vueltas más y empezamos”, sentencia Jhonatan Ruiz, el entrenador, y el grupo recibe la orden como un impulso para acelerar el rumbo. A los diez minutos ya está rodando la pelota y los pocos familiares que observan desde las gradas siguen el movimiento de los jugadores sin perder detalle, aguardando el primer gol, depurando la ansiedad con la ciudad quieta, inmóvil, recortando el fondo de las siluetas.

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            Las palabras del niño calaron hondo en la conciencia de Jhonatan, hasta ese rincón donde confluyen la culpa y la gracia: “cuando crezca yo voy a ser el duro de estos barrios”, afirmó el pequeño. La pregunta, entonces, germinó en intriga: ¿cómo era posible hacer algo por todos los que así pensaban, o que así piensan? Por aquellos días, Jhonatan conversó con Jaime Mosquera, quien trabajaba en una organización que promovía con fútbol nuevos ideales de vida, mientras escribía un libro en el que se recogían las puntadas de su filosofía, titulado Constructores de paz. Era el año 2010. Lo que inició con un comentario suelto se convirtió en duda, y la duda devino en iniciativa: luego de tres meses pensando la posibilidad, en marzo, Jhonatan distribuyó volantes para convocar a una escuela deportiva con ánimo de invitar a formas diferentes de existir en la competencia y el respeto.

            Como todo principio, brillaba más el esfuerzo que la técnica. Llegaron cincuenta jóvenes a los que comenzó a entrenar sin ninguna experiencia, y, bajo el brazo, sostenía un balón regalado con la vejiga asomándose por entre las costuras. Con torneos regulares el asunto cogió color: a los siete meses, más de 120 pelaos le daban vueltas a la cancha, y Jaime Gómez, un técnico graduado, apoyaba uno de los dos entrenamientos que se realizaban a la semana.

            Hasta donde pueden detallar sus recuerdos, Jhonatan Stiven Ruiz siempre se ha considerado hombre de férrea creencia en las enseñanzas de Cristo. Allí se encuentran la cuna de su idea, el impulso espiritual para ayudar a la comunidad y la esperanza del logro en el horizonte. Ya con el grupo conformado para ejercitar el cuerpo metiendo goles en la cancha de la Unidad Deportiva de El Progreso nro. 2 —barrio de la parte alta de la Comuna Seis—, era hora de poner a jugar a la familia. El comportamiento de los jóvenes, según dedujeron, solo cambiaba con el uniforme del equipo, pero afuera todo seguía igual. Esa era la ocasión propicia para entrenar la virtud, el paso siguiente en aquella respuesta que a Jhonatan siempre le había inquietado desde aquel comentario.

            Junto con su hermana Yudy, comenzó a visitar las casas para hablar con los padres. Identificaron en esa labor la fuente del comportamiento de los muchachos en su relación familiar, y en ese punto de la historia tuvo génesis el otro pilar de la filosofía que hoy los destaca como club deportivo y como hogar de encuentro y enseñanza en valores, la razón de lo que hacen por el prójimo: Senderos de Paz realiza dos campamentos al año con padres e hijos para proponer un diálogo de hogar; cinco técnicos capacitados y certificados —que llegaron como voluntarios en 2013 sin haber alcanzado la cédula— acompañan la escuela de fútbol, hoy constituida por más de 270 niños y jóvenes entre los 7 y los 16 años. En su sede, ubicada también en el barrio Progreso nro. 2, se programa una agenda para que profesionales en diversas áreas como matemáticas y español cooperen en la nivelación académica, con el ánimo de evitar la deserción por bajo rendimiento. La Escuela de paz, uno de sus proyectos más elementales, se realiza cada trimestre desde hace seis años. Todo encuentro está diseñado en el marco de las enseñanzas bíblicas, para transformar vidas con sentido renovado de comunidad.

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            Hoy, el Club Deportivo Senderos de Paz quiere llevar su mensaje a otras ciudades del país y esparcir la buena nueva de una opción diferente para los niños y jóvenes con base en la sana competencia, el respeto, valores de convivencia y disciplina. “Donde haya dos o tres reunidos en mi nombre, allí estaré”, dice el evangelio de Mateo. Jhonatan y los suyos llevan en sí la presencia que los alienta a transmitir la duda y el fuego de sus ideas.